Nos estamos acercando a la recta final, y está claro que hemos acertado de pleno con la última escapadita del viaje... ¡podríamos seguir aún allí embobados delante del castillo de Matsumoto! Pero vamos por partes ;)
Pasamos toda la mañana en el tren para llegar hasta Matsumoto desde Kanazawa. Por la tarde estuvimos dando una vuelta por la ciudad, que es muy pequeñita pero tiene un aire tranquilo y agradable. Además, por cualquier esquinita se asoman los Alpes Japoneses :) Por lo que parece es bastante frecuente en el mes de agosto, y volvimos a pillar la fecha del matsuri (fiesta tradicional), así que la ciudad estaba adornada con farolillos:
La rana debe ser el animal más simbólico de Matsumoto, ¡había ranas por todas partes! Aquí tenéis por ejemplo una carroza de las que deben sacar durante la celebración de las fiestas:
También es curiosa la entrada al Museo de Arte, que está decorada con flores gigantes:
De cena probamos por fin la tempura, que ya tocaba... ¡y la verdad es que estaba para chuparse los dedos!
Y para bajar la cena dimos un paseo hacia el castillo. En cuanto anochece, sobre todo en estos pueblos más chiquititos, apenas hay nadie por la calle... estaba todo en silencio y de repente apareció el castillo iluminado delante de nosotros... ¡creo que se me cayó la mandíbula hasta el suelo, como en los dibujos animados! El castillo está rodeado por un pedazo de foso con carpas y un par de cisnes... Es imponente, una auténtica pasada.
A la mañana siguiente había muchísima gente, nos alegramos un montón de haberlo visto la noche anterior. Pero aún así mereció la pena la visita, por fuera y por dentro. Solían llamarlo "castillo del cuervo", por el color negro de la madera. El castillo de Matsumoto es uno de los cuatro calificados como Tesoro Nacional, junto con el de Himeji (¡sile! http://elviajeromatt.blogspot.com/2006/08/ya-estamos-aqu.html), el de Inuyama (¡sile! http://elviajeromatt.blogspot.com/2010/08/inuyama-y-nagoya.html) y el de Hikone (¡nole! éste a la lista de tareas pendientes :p).
Tiene seis plantas, aunque al mirar la torre principal desde el exterior parece tener sólo cinco, porque una de ellas no tiene ventanas. Así la ocultaban de los enemigos que pudieran atacar el castillo. Una de las cosas más distintivas de este castillo es que se construyó después de que los europeos hubieran introducido las armas de fuego en Japón, por lo que tiene ventanas preparadas para disparar las flechas de los arqueros y otras para las armas de fuego.